La premisa de que los niños no son adultos pequeños aplica también cuando hablamos de las fracturas. Ya que si recordamos, por ejemplo, en ellos aún se encuentra la fisis de crecimiento y además el periostio de sus huesos es más grueso.
No solo por lo anterior, sino por la plasticidad e inmadurez que tienen su huesos, estos son capaces de soportar con mayor facilidad alguna fuerza que se esté ejerciendo sobre ellos y si esta no es lo suficientemente fuerte, puede que no genere la fractura completa que comúnmente vemos en adultos; pero sí dos tipos de fracturas comunes en ellos que son la fractura tipo Torus y la de leño verde.
En este artículo únicamente hablaremos de la tipo torus.
Esta fractura se caracteriza por observarse un abombamiento de la corteza, sin observarse un trazo de fractura (ver imágenes más abajo). Este abombamiento se puede acompañado de una fractura tipo leño verde del otro lado, todo depende de cómo haya sido la fuerza del trauma.
Los sitios más comunes de ver esta fractura son la porción distal del radio y cúbito, la tibia y la porción proximal del primer metatarsiano.
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